Resumen:
I:
Eichenbaum
comienza por reflexionar sobre la literatura general y afirma que el tono
personal del autor se puede representar como principio organizador de una obra
o solamente como un vínculo formal auxiliar. Según Eichenbaum, si el argumento
es solo un vehículo para tonos estilísticos, los elementos que pueden parecer
irrelevantes, se tornan esenciales. De esta forma, deja a un lado la
importancia del tratamiento del tema o de sentimientos que pueda expresar una
obra y se centra solamente en los componentes lingüísticos que contiene.
Eichenbaum comienza a reflexionar sobre la literatura de Gógol, donde se parte
de una situación cómica y desarrolla su relato alrededor de la comedia, el
argumento nunca es lo primordial. Eichenbaum encuentra varios ejemplos para
mostrar que a Gógol le resultaba mucho más complicado encontrar un argumento
que redactar una comedia con componentes linguísiticos como el retruécano y la
metonimia.. Eichenbaum también habla sobre la capacidad de Gógol de declamar, y
muestra a través de muchos ejemplos, que sabía leer sus propias obras como
nadie.
Al
final del capítulo, Eichenbaum afirma que Gógol tiende al relato directo, y a
reproducir “imágenes vivas de la lengua hablada y de las emociones inherentes
al discurso”[1]. Gógol
busca crear una semántica fónica, donde le da importancia a los sonidos de la
palabra y al efecto acústico que esta crearía. Gógol también considera
primordial que los nombres de los personajes se construyan como un ideal
fonético, pero también cómico, por ejemplo, en El Capote Bashmachkin hace
referencia a un zapato.
En
este capítulo vemos que según Eichenbaum el tema no tiene más que una
importancia marginal y es, por esencia, estático. Los personajes no proyectan más
que una actitud y lo más relevante es el juego estilístico que construya el
autor con el lenguaje.
II:
En
el segundo capítulo Eichenbaum comienza por exaltar los retruécanos en las
primeras líneas de “El Capote”, y en el nombre de Akakiy Akakievich. Luego,
estipula que Bashmachkin es un nombre cómico enmascarado en una apariencia
seria. Para Eichenbaum, los retruécanos caen en un absurdo lógico que es
escondido a través de una sintaxis rigurosa, por ello encontramos elementos
como la progresión rítmica y las terminaciones rimadas. Para demostrarnos su
punto, Eichenbaum muestra algunas diferencias entre los borradores y el cuento
final y notamos así que existen grandes diferencias entre la forma de escribir
de un borrador a otro, a pesar de que el significado es el mismo, y el
contenido no cambia, el lenguaje se va modificando en términos de entonación y lo que Eichenbaum llama “principios
articulatorios y mímicos”[2].
Gógol
también recurre a una simplificación inesperada, es así que las palabras mismas se vuelven extrañas,
insólitas, impresionan el oído como si hubieran sido descompuestas o mentadas
por primera vez por Gogol[3].
En El Capote, el narrador también incorpora detalles superfluos y juicios de
valor sobre ciertos asuntos, por ejemplo, cuando se habla del nacimiento de
Akakievich y sus padrinos, se dice que “a la derecha se hallaba el padrino,
Iván Ivanovich Yeroshkin, hombre excelente, jefe de oficina en el Senado”[4]
. En otros casos, la narración toma la forma de un diálogo familiar, por
ejemplo, cuando se hace referencia a la mujer de Petrovich “Ya que hemos
mencionado a su mujer, convendría decir algunas palabras acerca de ella”[5].
De esta forma, notamos que el narador a veces se aparta de la anécdota
principal para contar “anécdotas disgresivas”, secundarias, que no se
relacionan con la obra. Todas las técnicas lingüísticas mencionadas
anteriormente causan una mezcla entre risa y sufrimiento, que Eichenbaum define
como un efecto grotesco.
III:
En
el tercer capítulo Eichenbaum menciona que el relato de Gógol es mímico y
declamatorio, por lo tanto requiere de un comediante que lo interprete. En esta
sección, Eichenbaum deconstruye el relato de Gógol para analizar los elementos
de cada sección. Primero, analiza el comienzo, donde hay un intercambio en el
tono del narrador entre un tono personal y uno más formal. Eichenbaum describe
el texto de una manera teatral, y muestra al lector dónde hay muecas, torpes
repeticiones y alteraciones de tono, por ejemplo, Eichenbaum destaca que muchas
veces se comienzan las oraciones con un “Y” que denotan crecimiento de la
intensidad. Luego, Eichenbaum hace una reflexión sobre la relación de la psique
del autor con la obra de arte, y se muestra totalmente en contra de que se
tracen conclusiones sobre el autor a partir de su creación artificial. A más de
la narración cómica Eichenbaum distingue interpolaciones con episodios
melodramáticos que contrastan con la burla. La composición del cuento termina
por ser grotesca, contiene exageraciones de detalles insignificantes que
ascienden a un primer plano y a veces el tono llega a ser descuidado. Eichenbaum
habla“de la posibilidad que adquiere Gogol de conciliar lo inconciliable, de
exagerar lo insignificante y de minimizar lo importante, habiendo previamente
aislado de la vasta realidad el mundo de relato”[6].
Luego,
Eichenbaum habla sobre el final del cuento, y lo califica como fantástico y
grotesco. Eichenbaum afirma que a través de este final, la obra abandona todo
realismo, y entra en lo fantástico.
Comentario Personal:
“Cómo
está hecho El Capote” me pareció un texto interesante y sobre todo diferente. Cuando
leí El Capote, noté tintes de comedia y sobre todo satíricos, pero nunca pensé
en la cantidad de recursos literarios tan pensados que esconde esta obra. Me
sorprendió mucho el cambio de escritura que Gógol tiene de un borrador a otro,
porque a pesar de que el contenido es el mismo, la estructura fonética va
cambiando. Eichenbaum establece un ejemplo claro: “en ese departamento trabaja
entonces un funcionario bastante oscuro, bajo de estatura, calvo, ligeramente
picado de viruelas y también, a primera vista un poco miope” es lo primero que
escribe. Para su último borrador, en cambio, el texto dice: “Era bajo de
estatura, algo picado de viruelas, un tanto pelirrojo y también algo corto de
vista, con una pequeña calvicie en la frente, las mejillas llenas de arrugas y
el rostro pálido, como el de las personas que padecen de hemorroides...”. A través de sus borradores, Gógol va
cambiando el orden de las palabras y sobre todo se encarga de buscar los
fonemas adecuados mientras que los rasgos físicos de Akakievich se mantienen
casi intactos.
Eichenbaum,
entonces, se ocupa de analizar cómo suenan las palabras, cómo son leídas, su
ordenamiento, y no hace ninguna referencia al tema de la obra. Inclusive,
Eichenbaum se muestra en contra de que se haga cualquier relación con la vida
personal del autor, notamos entonces que para el formalismo ruso es necesario
separar el texto de cualquier conexión externa y considerarlo como un todo independiente
de otros factores. Personalmente me
resulta muy difícil separar a una obra de su contexto histórico y de la
realidad social que pretende reflejar, sobre todo cuando existe
intertextualidad en una obra y se hace referencia a otros textos del mismo u
otro autor –como de Rocamadour en Cien años de Soledad–, ¿Qué es lo que un
crítico formalista haría en ese caso?
Me
parece que “Cómo está hecho el Capote” es un texto meramente formalista que no
se ocupa de buscar alegorías ni símbolos, sino fonemas y recursos literarios.
Para lograrlo, Eichenbaum deconstruye la obra en diferentes apartados y analiza
cada uno de ellos, lo que considero una tarea complicada y formidable. Lo más
complejo creo que es despojar toda subjetividad del texto y retractarnos de hacer
cualquier interpretación. Rescato el inmenso valor del formalismo por tratar de
hacer de la crítica literaria mucho más objetiva
y establecer que hay un valor lingüístico más allá de las ideas que una obra
expresa, sin embargo, creo que sería mucho mejor encontrar un complemento entre
el análisis del tema y los símbolos que una obra contenga y los recursos lingüísticos.
Gracias por la explicación. ¡¡¡Me sirvió mucho!!!
ResponderEliminar