Análisis de Aldabón de Bronce – César Dávila Andrade: Fenomenología y Hermenéutica

“Años había durado el silencio en esa calle”[1], es la primera frase del cuento Aldabón de Bronce de César Dávila Andrade. Después de algunas páginas vemos que la historia gira en torno al quiebre de este silencio permanente. Las primeras líneas del cuento son muy descriptivas, el lenguaje es poético,  el escenario es claro. Imagino de manera detallada el aleteo de las golondrinas que vuelan sobre las lomas de maíz, pero no logro imaginar claramente el escenario: ¿se trata del campo, se trata de la ciudad? Después el relato gira y se enfoca en el gallo y las gallinas, “¡La flor amarilla, amarilla!”[2] dice una gallina, en ese momento me quedo desconcertada, pues ninguno de los otros cuentos que he leído de César Dávila Andrade contiene animales que hablan, vuelvo a leer esa línea, efectivamente, las gallinas se comunican con el gallo. Más adelante me llama la atención la ausencia de la Viejecita, la irrupción de los animales en su casa y la imagen de la muerte, la sumisión de las gallinas y la soberbia del único gallo. Hasta este momento pienso que el relato se enfocará en la vida de la vieja, o se tratará de una fábula sobre las gallinas, pero me sorprendo cuando después de algunas líneas, aparecen nuevos personajes que pueblan la casa abandonada, pero que nada tienen que ver con el primer relato. Trato de trazar un vínculo entre la chola y la vieja, entre los niños y los animales, pero no lo encuentro, entonces pienso que al final de la lectura tal vez esto me quede más claro. De pronto, noto que el silencio de la calle se ve definitivamente interrumpido por los juegos de los niños, por los golpes de las piedras, por el sonido de los gritos y los correteos, hasta que aparece el aldabón de bronce, objeto sobre el que los acontecimientos principales girarán. Los niños se divierten molestando  don Samuel Sepúlveda, se divierten a costa de su sufrimiento, lo que me hace pensar en la inocencia de la niñez y la ingenuidad del ser humano, a veces, inconsciente. Veo la debilidad de Sepúlveda frente a las quejas de la chola, la alusión a la desigualdad en la frase “Mis hijos no tienen patios como los de ustedes para jugar”[3], así, me doy cuenta que este argumento deja a Sepúlveda más vulnerable que nadie, mientras los niños seguían disfrutando de la “fiesta” que significaba molestar al viejo. Al mismo tiempo, para el viejo no existía peor calamidad que las acciones de los niños, se refugia en la iglesia, piensa en quitar el aldabón de bronce, inclusive decide dejar de pasar tiempo en su casa, todo ello, para evitar la molestia de los niños. La vulnerabilidad del viejo se hace más evidente cuando decide salir de la cerrajería porque recuerda la “mirada burlona y afilada” y “la socarrona sonrisa” del cerrajero, me sorprende que estos elementos intimiden a un señor, sin embargo, recuerdo que es así la naturaleza humana, que a veces las cosas más insignificantes nos frenan para cumplir nuestros objetivos: una mirada de desaprobación, una palabra de desaliento. Hay diversas alusiones a la enfermedad del viejo, sin embargo, no llego a comprender qué es lo que le ocurre, cuál es la causa de su malestar prolongado. El final del cuento me desconcierta, trato de comprender el nivel de desesperación del viejo para con los niños, pero no logro justificar la reacción del viejo, me pregunto si su enfermedad es causa de este comportamiento, pienso en su pasado, me imagino una vida en soledad, llena de desgracias, recuerdo que líneas antes el narrador hace referencia a una desgracia económica. Me indigna la actitud de Sepúlveda hacia el niño, me indigna más que esto le ocurra a un niño que nada tenía que ver con el aldabón de bronce, no comprendo cómo Sepúlveda puede creer que con una moneda se pueda excusar su violencia hacia el niño y consigo mismo. Al mismo tiempo, siento pena de Sepúlveda, es ambiguo e incomprensible. El “¡Viejo locoooooooo![4] del final me desconcierta más, ahora Sepúlveda se ha convertido en víctima de la victoria de los niños, se resigna. Todavía no comprendo el vínculo de esta historia con las gallinas, con la Viejecita muerta, sin embargo, creo que no es necesario forzar una conexión. Recapitulo las escenas en el cuento, llueven las ideas sobre el tema principal: la soledad, la desigualdad, la vulnerabilidad, la violencia, la enfermedad, el refugio en la iglesia (pero no en la religión). Recuerdo entonces una escena de mi infancia, con mis amigos del barrio en Cuenca decidimos por diversión salir a deshinchar las llantas de los autos de las casas de la cuadra, recuerdo que un señor, que para mí medía tres metros salió y nos persiguió y nos gritó hasta el cansancio. Recuerdo que cuando deshinchábamos las llantas, esperábamos hasta que el dueño del carro salga y encienda su carro, y se encuentre con las llantas bajas, recuerdo la risa que nos causaba eso, y la falta de conciencia –o simplemente importancia– del perjuicio al otro, pero no recuerdo si cuando el señor de la casa de al frente nos llamó la atención de forma tan violenta, decidimos dejar de bajar las llantas de los autos o si seguimos haciéndolo.

Referencias:

Dávila Andrade, C. (1984). Obras Completas RELATO. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede en Cuenca, Banco Central del Ecuador.



[1] (Dávila Andrade, 1984). Página 197.
[2] Ibíd.
[3] Ibíd. Página 199.
[4] Ibíd. Página 201.

Análisis de El último remedio – César Dávila Andrade: Psicoanálisis



“El último remedio” de César Dávila Andrade trata sobre una pareja: Margarita Rivas y Manuel Crovo. La mujer es una señora gorda, vendedora de polleras y bordados, y el hombre es un comerciante que cae en una terrible enfermedad relacionada con el sueño. La historia se desarrolla alrededor de la búsqueda de la cura de la enfermedad de Crovo por parte de su esposa, que se dedica incansablemente a cuidarlo y a buscar un tratamiento efectivo para su mal. Finalmente, Margarita Rivas encuentra el último remedio, después de haber probado todas las curas posibles y de haber acudido a un curandero, el último remedio es “conseguir una mujer robusta que esté lactando” y obtener de ella toda la leche materna posible y una gota de sangre[1]. Cuando Crovo tiene la oportunidad de probarlo, se deja llevar por sus instintos sexuales y viola a la chola de quien lacta la leche. Por último, Crovo muere. Este cuento analizado desde el psicoanálisis tiene una serie de relaciones con la teoría freudiana sobre los sueños, el retorno de lo reprimido y el complejo de Edipo.
En primer lugar, se hace referencia a los sueños en varias partes del cuento, por ejemplo, en el primer párrafo encontramos la cita “una tentativa de boda en que el Sueño actuó como padrino misterioso, vestido de profundo terciopelo negro”[2].Los sueños se presentan como una manifestación del deseo sexual de Crovo, inclusive se dice que su mal era un “horrible morbo”[3] del que el enfermo no puede escapar. Al final del cuento, Crovo logra redimirse de todo lo que había reprimido a través del inconsciente, mediante la violación sexual a la chola. Todo esto contrasta con la extraña relación que el protagonista mantiene con su esposa,que se retrata como maternal y tierna. En primer lugar, los esposos no comparten el lecho matrimonial sino que duermen en camas separadas, “y ella le acogía como la muerte, revestida de amor, movida de amor, con sexo de hombre”[4]. Al referirse la narración a las camas separadas, existe una comparación de la pareja con “una bestia frente a su madre”[5]. Este instinto maternal sigue presentándose de manera implícita y explícita a lo largo de la obra, comenzando por que Crovo le guarda a su esposa cariño, gratitud y ella lo trata con ternura, inclusive le dice: “Quiero cuidarte como si fueras m’hijo”[6]. Margarita no se siente cómoda con su cuerpo, inclusive siente vergüenza de su apariencia y en el fondo, cree que tiene una parte de culpa por el padecimiento de su esposo. Esto le lleva a tratarlo como a un hijo, dejando a un lado cualquier tipo de amor erótico. Crovo vendría a ser el niño en el complejo de Edipo de la obra, un niño que se ve atraído por la figura maternal.
“Se decía que lo atendería con la solicitud de una madre hasta el último instante”[7] afirma el narrador. A través de esta cita vemos que Margarita es para su esposo una madre que pudo darle todo lo que necesitaba excepto lo que al final le provee la chola: leche materna y amor erótico. Cuando Crovo prueba el último remedio, el supera el conflicto del ego con el inconsciente y su inconsciente gana, causando así, la violación a la chola y finalmente, la muerte.
Referencias:
Dávila Andrade, C. (1984). Obras Completas RELATO. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede en Cuenca, Banco Central del Ecuador.


[1] (Dávila Andrade, 1984). Página 206.
[2] Ibíd. Página 203.
[3] Ibíd. Página 207.
[4] Ibíd. Página 203.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd. Página 204.
[7] Ibíd.

Psicoanálisis – Terry Eagleton


Resumen:

Eagleton afirma que durante el siglo XX no solamente hubo crisis económicas, políticas sino también una crisis generalizada de la personalidad humana. El conocimiento sobre el  comportamiento humano fue sistematizado por la corriente del psicoanálisis, cuyo pionero fue Sigmund Freud. Freud sostenía la teoría de que los seres humanos somos “animales neuróticos”, pues  renunciamos a varios placeres por fines sociales, y reprimimos hacia el inconsciente nuestra tendencia a hacer lo que nos agrada. Este comportamiento a la larga genera neurosis, es decir, “llegamos a ser lo que somos sólo a través de una represión a gran escala de los elementos que intervinieron en nuestra formación”[1]. Freud también hace énfasis en la dependencia del ser humano en sus padres para satisfacer sus primeros instintos biológicos y distingue las diferentes etapas sexuales de un niño: oral, anal y fálica. Freud define al niño como “anárquico, agresivo, centrado en sí mismo e impertinente buscador de placer”, además de incestuoso[2], que no distingue entre lo masculino y lo femenino. ´
La obra de Freud plantea que entre los niños y sus padres se desarrolla un “complejo de Edipo”. Esto implica que el niño tiene un deseo sexual inconsciente para con su madre, y la niña con su padre, sin embargo, al superarlo, empuja sus deseos hacia el inconsciente y se masculiniza. En el caso de la niña, ella “asume su inferioridad” por no poseer un miembro fálico y se vuelve a identificar con el rol de la madre. Para Freud, superar este complejo nos lleva a encontrar un lugar en la realidad y pasar a las relaciones extrafamiliares, sin embargo, en el proceso, reprimimos todos nuestros deseos al inconsciente, un “lugar y no lugar, completamente indiferente ante la realidad, que desconoce la lógica, la negación, la casualidad y la contradicción”[3]. Los sueños constituyen el mecanismo principal para que los deseos del inconsciente salgan a flote, sin embargo, surgen a manera de símbolos, otros mecanismos son chistes, parapraxias, deslices al hablar, lagunas de memoria, entre otros. Freud afirma que la neurosis y la psicosis son dos expresiones de un conflicto interno entre el consciente y el ego, que procura bloquearlo y que ambos trastornos tienen raíces en experiencias de la infancia y en lo edipal. El método de cura de estas enfermedades consiste en hacerle saber al paciente de sus deseos inconscientes y tratar de transferir sentimientos por parte del analista para llenar el psique del paciente. A través de este proceso el paciente puede dominarse en sí mismo.
La obra de Freud ha recibido varias críticas: el concepto demoníaco que le asigna a la ciencia, los valores sexistas que denota su obra, la definición de arbitraria de “normalidad”, el sentido común, el reduccionismo sexual, el individualismo, el reduccionismo biológico, entre otras. Eagleton afirma que muchas críticas se fundamentan en la incomprensión de la obra de Freud y expone  el pensamiento de Lacan, un pensador psicoanalista que reescribió la teoría freudiana en relación a sus vínculos con el lenguaje. Lacan relaciona el postestructuralismo con el psicoanálisis y define la etapa de infancia como una “etapa imaginaria” donde el cuerpo del niño tiene una relación simbiótica con el de su madre. Lacan habla también de la “etapa del espejo” como la formación del ego, es decir,  la creación narcisista de un yo extraño donde el niño se reconoce en una imagen externa. En relación al lenguaje, el niño es el significante que encuentra un significado en su propio reflejo.  Luego incursiona el padre (que Lacan denomina la Ley) para separar al hijo de la madre, así el padre reprime el deseo libidinal del hijo. Paralelamente al proceso de adquisición del lenguaje, el niño también aprende sobre las diferencias sexuales en términos de negación, es decir, la ausencia del falo de la madre. El niño pasa entonces por un proceso de orden simbólico donde interioriza todo lo que ve y lo clasifica con base en las diferencias y semejanzas con otros sujetos y objetos. Así, Lacan encuentra un paralelismo entre el lenguaje y el deseo, el lenguaje nace en base a la diferencia y ausencia igual que el deseo y utiliza el sistema de Saussure para explicar la teoría freudiana.
Lacan afirma que el lenguaje es “resbaladizo y ambiguo”  y que “nunca queremos decir precisamente lo que estamos diciendo y nunca decimos precisamente lo que queremos decir”[4]. El ego humano, al igual que la obra literaria, se benefician de ocultar su modo de producción, su proceso de elaboración en sí. Más adelante, Eagleton presenta la obra del filósofo Althusser quien se sirvió de la teoría lacaniana para sus obras. Althusser reflexiona sobre el papel de la ideología en la sociedad y considera la ideología como un imaginario lacaniano, por lo tanto, lo relaciona con la imagen de un niño en el espejo. Así, Althusser afirma que idealizamos el rol del sujeto y no nos sentimos como un individuo que desempeña una función en la sociedad sino que vemos a la sociedad como un entorno donde nosotros vivimos nuestra vida.  Althusser defínela ideología como un conjunto de creencias y prácticas, no solamente doctrinas, que rigen la relación de un ser humano con su entorno. En este sentido, la ideología no implica identificarse con una corriente política sino que incluye elementos como la forma de vestir, asistir a la iglesia, entre otros. A través de las ideas de Lacan y Althusser vemos que las ideas del psicoanálisis pueden ser transferidas a esferas como el lenguaje y la sociedad, y que el inconsciente puede ser considerado un ente que está entre la sociedad y no dentro de cada individuo.
Eagleton utiliza la novela de Lawrence “Hijos y amantes” para confirmar la teoría freudiana del complejo de Edipo. Esta novela es sobre la familia Morel, el  hijo, Paul tiene vínculos muy cercanos con su madre y una relación lejana con su padre, Paul prefiere quedarse con su madre antes que con una joven (Miriam) y al final mata a su madre como una forma de redimirse. A través del análisis de Eagleton vemos cómo es posible fusionar un análisis psicoanalítico y un análisis de relaciones sociales, y cómo debemos buscar lo que la novela muestra, en contraposición a lo que dice. En este sentido, el lector es capaz de crear un subtexto para descifrar el inconsciente de la obra, preocuparse por qué no dice la obra y cómo no lo dice.  
Más adelante, Eagleton plantea cuatro clases de crítica psicoanalítica basada en: el autor, el contenido, la construcción formal de la obra y el lector. Eagleton afirma que psicoanalizar al autor tiende a la especulación y hacer un psicoanálisis del contenido (personajes, objetos)  puede ser reductivo. En este sentido, Eagleton propone utilizar el texto “La interpretación de los sueños” de Freud para dilucidar sobre una obra, este texto diferencia entre contenido latente y manifiesto de un sueño y sostiene que es necesario analizar el contenido manifiesto. Cuando un individuo sueña, atraviesa un proceso de revisión secundaria donde se suavizan las ambigüedades y se llenan los vacíos del sueño, algo similar a lo que ocurre con los textos. Eagleton propone que se revise el texto de la misma forma, buscando “deformaciones, ambigüedades, ausencias y supresiones que puedan proporcionar un modo de acceso de valor especial al contenido latente”[5].
Críticos freudianos como Simon  Lesser y Norman Holland consideran la obra literaria como una forma de interacción del ego con el texto, el texto se convierte así en una terapia. Por otra parte, Kennet Burke fusionó el marxismo, freudianismo y linguísitica y Harold Bloom desarrolló una versión de la historia literaria basada en el complejo de Edipo, donde los escritores pretenden “matar” a sus influencias literarias más grandes a través de la superación, así, un poema es crítica de otro que le antecede. Julia Kristeva es otra crítica literaria que utiliza algunas ideas de Lacan para desarrollar un modelo donde contrapone lo simbólico con lo semiótico: lo semiótico es una forma de socavar lo simbólico y desafiar las oposiciones binarias.
Eagleton desata un debate sobre la teoría literaria feminista y sobre si existe una manera de escribir femenina y expone argumentos a su favor y contra. Eagleton sostiene que las ideas de Kristeva no contradicen al orden simbólico sino que lo cuestiona y existe dentro de él. Para concluir, Eagleton recalca la idea de la teoría psicoanalista sobre la tendencia del ser humano al hedonismo, y afirma que es este mismo principio al que responde que mucha gente sienta placer al leer literatura. Para que la literatura se convierta en una disciplina académica, las escuelas inglesas pretendieron despojar del elemento de gusto a la literatura, sin embargo, el psicoanálisis nos presenta una oportunidad para estudiar el placer de leer y examinar la felicidad en general.
 

Comentario Personal:

La teoría psicoanalista freudiana es en ocasiones difícil de digerir, pues resulta desafiante pensar en nosotros mismos como animales neuróticos o aceptar que atravesamos por el complejo de Edipo en nuestra infancia. De todas formas, considero muy valioso el aporte de Freud a la psicología y a la teoría literaria porque expone conceptos que antes no se habían explorado. La idea del inconsciente, en primer lugar, me parece una idea válida para explicar varios fenómenos que nos ocurren no solo en los sueños sino en el día a día, pensamientos recurrentes sobre un tema en particular, recuerdos de la infancia, formas de percibir objetos o situaciones. Comparto la idea de que mientras actuamos no estamos totalmente conscientes de lo que hacemos y que el ego no siempre nos domina, por lo tanto hay muchas veces que nuestro inconsciente actúa. Así, es el inconsciente el que almacena información sobre todo lo que nos rodea y actúa en función a lo que no estamos conscientes que guardamos en nuestra memoria. Comparto también la idea de que la relación de un ser humano con sus padres juega un rol trascendental en la formación de su personalidad, sin embargo, tengo una gran resistencia a aceptar la idea de que un niño tenga deseos libidinales por su madre o que una niña tenga que resignarse a ser una especie de “niño incompleto”  porque no tiene órgano fálico.
Antes de leer el capítulo de Eagleton, mi idea sobre la crítica psicoanalista se limitaba a las dos primeras opciones expuestas en este texto, es decir, al análisis del autor y de los personajes o el contenido. Después de haber leído todo el capítulo, me di cuenta de que la teoría de psicoanálisis es mucho más amplia, y nos permite “psicoanalizar” al texto en sí, como un psicoanalista lo haría con un discurso de su paciente o un sueño. Todavía no me queda clara la metodología a seguir para hacer un psicoanálisis del texto, y quizá no la haya, sin embargo, considero que todavía me faltan muchas herramientas para poder incurrir en un psicoanálisis acertado de un texto literario, conocimiento de conceptos psicológicos, etc. Me resultó particularmente interesante la idea de poder hacer un psicoanálisis del lector en base a su percepción de la obra, es así que se pueden fusionar la teoría hermenéutica y la del psicoanálisis.
Finalmente, otro debate que me llamó mucho la atención en el capítulo de Eagleton fue el de la escritura intrínseca femenina. A pesar de que me costó mucho entender las ideas de Kristeva, considero que no existe una forma de escribir de la mujer. El lenguaje semiótico del que habla Kristeva no es algo naturalmente femenino, sino que creo más bien que es un producto del lugar histórico que ha ocupado la mujer a lo largo de la historia. En este sentido, también considero que las ideas de Freud son bastante sesgadas por su visión, basada en prejuicios personales sobre el rol de la mujer y que todo esto se transmite a su obra, de esta forma, termina por ser sexista y altamente discriminatoria. La reflexión final de Eagleton sobre la literatura, el placer y el psicoanálisis también me llamó bastante la atención, sobre este tema considero que es necesario poder leer teoría literaria y escribir crítica sin perder ese placer al leer un texto, no dejar que el ejercicio de lectura se convierta en una carga.
 

Referencias:

Eagleton, T. (1998). Una introducción a la teoría literaria. Buenos Aires: Fondo de Cultura Economica.





[1] (Eagleton, 1998). Página 168.

[2] Ibíd. Página 169.

[3] Ibíd. Página 171.

[4] Ibíd. Página 178.


[5] Ibíd. Página 185.