Análisis de El último remedio – César Dávila Andrade: Psicoanálisis



“El último remedio” de César Dávila Andrade trata sobre una pareja: Margarita Rivas y Manuel Crovo. La mujer es una señora gorda, vendedora de polleras y bordados, y el hombre es un comerciante que cae en una terrible enfermedad relacionada con el sueño. La historia se desarrolla alrededor de la búsqueda de la cura de la enfermedad de Crovo por parte de su esposa, que se dedica incansablemente a cuidarlo y a buscar un tratamiento efectivo para su mal. Finalmente, Margarita Rivas encuentra el último remedio, después de haber probado todas las curas posibles y de haber acudido a un curandero, el último remedio es “conseguir una mujer robusta que esté lactando” y obtener de ella toda la leche materna posible y una gota de sangre[1]. Cuando Crovo tiene la oportunidad de probarlo, se deja llevar por sus instintos sexuales y viola a la chola de quien lacta la leche. Por último, Crovo muere. Este cuento analizado desde el psicoanálisis tiene una serie de relaciones con la teoría freudiana sobre los sueños, el retorno de lo reprimido y el complejo de Edipo.
En primer lugar, se hace referencia a los sueños en varias partes del cuento, por ejemplo, en el primer párrafo encontramos la cita “una tentativa de boda en que el Sueño actuó como padrino misterioso, vestido de profundo terciopelo negro”[2].Los sueños se presentan como una manifestación del deseo sexual de Crovo, inclusive se dice que su mal era un “horrible morbo”[3] del que el enfermo no puede escapar. Al final del cuento, Crovo logra redimirse de todo lo que había reprimido a través del inconsciente, mediante la violación sexual a la chola. Todo esto contrasta con la extraña relación que el protagonista mantiene con su esposa,que se retrata como maternal y tierna. En primer lugar, los esposos no comparten el lecho matrimonial sino que duermen en camas separadas, “y ella le acogía como la muerte, revestida de amor, movida de amor, con sexo de hombre”[4]. Al referirse la narración a las camas separadas, existe una comparación de la pareja con “una bestia frente a su madre”[5]. Este instinto maternal sigue presentándose de manera implícita y explícita a lo largo de la obra, comenzando por que Crovo le guarda a su esposa cariño, gratitud y ella lo trata con ternura, inclusive le dice: “Quiero cuidarte como si fueras m’hijo”[6]. Margarita no se siente cómoda con su cuerpo, inclusive siente vergüenza de su apariencia y en el fondo, cree que tiene una parte de culpa por el padecimiento de su esposo. Esto le lleva a tratarlo como a un hijo, dejando a un lado cualquier tipo de amor erótico. Crovo vendría a ser el niño en el complejo de Edipo de la obra, un niño que se ve atraído por la figura maternal.
“Se decía que lo atendería con la solicitud de una madre hasta el último instante”[7] afirma el narrador. A través de esta cita vemos que Margarita es para su esposo una madre que pudo darle todo lo que necesitaba excepto lo que al final le provee la chola: leche materna y amor erótico. Cuando Crovo prueba el último remedio, el supera el conflicto del ego con el inconsciente y su inconsciente gana, causando así, la violación a la chola y finalmente, la muerte.
Referencias:
Dávila Andrade, C. (1984). Obras Completas RELATO. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede en Cuenca, Banco Central del Ecuador.


[1] (Dávila Andrade, 1984). Página 206.
[2] Ibíd. Página 203.
[3] Ibíd. Página 207.
[4] Ibíd. Página 203.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd. Página 204.
[7] Ibíd.

No hay comentarios:

Publicar un comentario