La teoría poscolonial se opone a los
esencialismos, a las totalidades. Se cuestionan así los roles establecidos en
la sociedad, ya sean roles de clase, roles de género, de etnia, etc. Para las
teorías poscoloniales, no existen oposiciones absolutas o jerarquías estrictas,
todo es cuestionable. El cuento de César Dávila Andrade es también un desafío a
lo establecido, un cuestionamiento al status quo. “Un cuerpo extraño” trata de la historia de un
hombre entregado a Cristo con un personaje, Mireya, que busca en él abrigo y
amor. Al principio, el cuento narra brevemente la búsqueda de Dios por parte
del hombre y la aparición de un cuerpo extraño que le dice “Desencántate una
vez más”[1],
le pide alejarse de Dios y amarla. Más adelante aparece Mireya que le pide al
hombre posada, “solo usted puede salvarme”[2],
le dice la mujer. Él durante dos días le dejaba provisiones por la mañana y
regresaba a las diez de la noche, cuando ella ya debía estar dormida, y la
escuchaba divagar sobre un ángel y un monstruo. Al tercer día el hombre encuentra
un anuncio de búsqueda de Mireya. El hombre va a la dirección indicada y
encuentra al esposo de Mireya y lo lleva a su casa. Antes de que el esposo
entre, Mireya le confiesa su amor al sacerdote, pero cuando el esposo entra,
ella se irrita y se va con su esposo, sintiéndose traicionada.
Existen muchas ambigüedades a lo
largo de la obra, la primera cuando aparece por primera vez un cuerpo extraño,
y le pide abandonar la vida dedicada a Dios para amarla. Luego le dice “¡Vuelve
a tu terrible Dios!”[3].
¿Cuál es la intención del cuerpo extraño?, ¿Quién o qué es este cuerpo?, ¿Es
una aparición anticipada de Mireya, un sueño, una premonición? Nada de esto
está claro. El título “Un cuerpo extraño” no evoca una imagen concreta sino que
es a su vez sumamente ambiguo, vemos así que este cuento no presenta verdades
absolutas sino que deja un gran espacio a la interpretación. El cuerpo es
extraño, fuera de lo normal, fuera de lo que él está acostumbrado a ver, pero
desconocemos si se trata de un hombre o de una mujer. Luego, cuando Mireya
llega, comienza a tratar al hombre de “hermano”, ¿tiene esto alguna relación
con el principio del cuento, cuando el narrador y protagonista menciona su
relación con “fraternidades secretas”[4]?
Probablemente sí, e inclusive luego nos damos cuenta que ambos formaron parte
de esta fraternidad, este grupo indefinido de individuos. A lo largo de la
obra, Mireya y el hombre se dicen “hermanos” entre sí, dejando al lector
confundido, pues el hombre llega a sentir deseos sexuales por ella, y ella al
final le confiesa su amor diciéndole “¡Hermano mío, amor mío!”[5].
El narrador describe a Mireya como un SER singular y desdichado, con labios
pálidos, nariz fina, una gran frente y una barbilla cuadrada desagradable. Para
el narrador, Mireya es una mujer fea, y ella misma se define de esa forma. Tal
vez los rasgos de Mireya disgustan al narrador por ser rasgos masculinos. Pocas
veces el hombre se refiere a ella como una mujer, y se la define más bien como
alguien extraño, un alma hermana.
El cuento juega también con la idea
de la pureza, ella se define a sí misma como pura, y le dice al protagonista
que ella pretende dejarle un recuerdo puro. ¿Qué es exactamente esta pureza?
¿Virginidad, bondad, amor, “desnudez”? No sabemos. De cierta forma, la
presencia de Mireya llegó a purificar la morada del sacerdote con los cuidados
que ella le dio a la casa. También se
establece una dicotomía entre monstruo (Ignacio, el esposo) y ángel
(Protagonista), Mireya huye del monstruo y va en busca de salvación a través
del ángel, ella pretende que el ángel vaya a ella, que haga arder su cuerpo,
que aleje a la bestia. Esto no ocurre, pues ella vuelve con el monstruo y
abandona al ángel a su suerte. El cuento
nos deja más preguntas que respuestas, pero sí deja claro que no hay una sola
verdad, una sola interpretación, una sola Mireya. Un cuerpo extraño nos permite
abandonar las totalidades de religión y de género. Al principio, con la
aparición del cuerpo extraño, y al final, con la declaración de amor, Mireya le
pide al hombre que abandone el totalitarismo de la religión, y que haga de
él/ella su nueva esencia.
Referencias:
Dávila Andrade, C. (1984). Obras Completas RELATO.
Quito:
Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede en Cuenca, Banco Central del
Ecuador.