Arte Poética – Horacio


Introducción:
Arte Poética fue el testamento literario que Horacio les dejó a los Pisones, es una epístola dirigida a las personas que pretenden dedicarse a la poesía, por lo tanto es bastante directa. Entre los elementos que contiene están la unidad, la simplicidad, y algunos conceptos obtenidos de Aristóteles, sin embargo, Aristóteles se enfoca en el raciocinio mientras que Horacio indaga en los efectos en el lector o la “captación intuyente”. Horacio reflexiona sobre “unidad del poema, límites de originalidad, creación de lenguaje, caracterización exacta, evolución de los géneros, funciones de la poesía, inspiración y laboriosidad, maceración del estilo, unidad de la crítica”[1] entre otros asuntos. Horacio utiliza un estilo propio marcado por sus vivencias como poeta, por lo tanto, hay sátira, narración sugerente, entre otros. Es importante resaltar también que Horacio abre la posibilidad a varios debates estéticos a partir de su obra.
Horacio divide “Arte Poética” en tres secciones: preceptos generales, reglas para escribir (sobre todo poesía dramática) y conducta del poeta. Estas tres secciones gozan de unidad y forman un todo orgánico. La traducción pretende ser la imitación más fiel del relato de Horacio en latín, y copiar sus formas en un intento por reconstruir sus intenciones y pensamientos. 

Poesía:
Horacio utiliza un relato en verso para realizar algunas recomendaciones a los poetas. Según Horacio, los poetas y los pintores tienen la capacidad de poder intentar todo, sin embargo, hay muchas veces en las que caen en un bien falacioso, es decir, que no logran representar la realidad. Horacio recomienda a los poetas que siempre aspiren a la belleza con una forma de expresión novedosa, sin embargo también estipula que es lícito imitar a grandes poetas de otras épocas. Según Horacio, las palabras pueden renacer, si se utiliza la entonación exacta. Un poema debe ser hermoso, dulce, transmitir energía, y sobre todo ser capaz de causar un efecto de catarsis, es decir, que el lector se sienta tan conmovido que pueda reír, llorar.
La mímesis según Horacio consiste en imitar lo que hace la naturaleza, es decir,  causar gozo, ira, angustia. El poeta también debe pretender “diseñar caracteres iguales a sí mismos”, es decir, si se utiliza el personaje de Aquiles se lo debe retratar tal como es, “diligente, iracundo, inexorable, acre”, reinventar el personaje homérico y no de otra forma. Para Horacio, una narración debe ser capaz de “entretejer realismo y fantasía”[2], sin embargo, es menester que el poeta sepa  dar a cada edad sus características. Esto implica que si el poeta va a retratar a un personaje como un niño, debe darle atribuciones infantiles como el balbuceo, y no se puede confundir las diferentes edades y temporalidades de un personaje en su descripción. 

Comentario Personal:
Para Horacio, es necesario que un poeta sea capaz de “imitar la realidad con realismo” con esto me refiero a que se debe procurar darle al texto características reales, pero no necesariamente debe contar la verdad o la historia.
Un concepto que se explora en la introducción y en las primeras páginas de la poesía es la posibilidad de imitar a otro autor. En la introducción, el traductor trata de reescribir el texto de Horacio utilizando precisiones de lenguaje muy similares a las de Horacio, pero en otro idioma. Inclusive el autor afirma que trataría de denotar sátira cuando Horacio así lo haga en el texto pero más allá de las intenciones y la temática, también haría todo lo posible por dar un retrato fiel de las formas que Horacio utiliza en sus narraciones. Paralelamente a esta idea, Horacio afirma que es lícito imitar a grandes poetas siempre y cuando se lo haga de la manera correcta, siguiendo las guías que él propone. Yo me pregunto ¿qué tan útil es imitar un literato del pasado por su grandeza? ¿Es realmente posible? ¿Cuál es la finalidad de lograrlo?
Al leer este texto recordé el cuento de Borges: Pierre Menard, autor del Quijote, sobre un hombre francés que pretende reescribir los textos del español Miguel de Cervantes. Es para mí evidente que esta es una hazaña imposible de lograr, pues Pierre Menard no es Miguel de Cervantes en el momento y lugar en el que escribió el Quijote, no puede compartir su perspectiva. Como en el cuento Axolótl de Julio Cortázar, el protagonista no es capaz de entender qué piensa un axolotl hasta que se convierte en uno.


[1] Horacio. (1974). Arte Poetica y de otros poemas. (O. G. Ramos, Trad.) Bogota. Página 14.
[2] Ibíd. Página 29.

1 comentario:

  1. Leí tus análisis y comentarios Me han gustado y te los agradezco Veo que son del año 15 Te animo a continuar con ellos

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