El Cóndor Ciego – César Dávila Andrade: Análisis Marxista



César Dávila Andrade fue un autor cuencano, escritor y poeta que no estudió en Quito y Guayaquil y ejerció como periodista en Venezuela. Dávila Andrade era caracterizado por su interes en temas místicos  y esotéricos, por su adicción al alcohol y por su vida bohemia. Escribió la mayoría de sus cuentos en la década de los 40’s y 50’s, sin embargo, sus narraciones salen del canon de la literatura ecuatoriana de la época, pues no estaban conducidas por un interés social o de reivindicación indígena. En esta época, la situación política del Ecuador estaba marcada por los conflictos territoriales con el Perú y por prácticas antidemocráticas en el gobierno.
El cóndor ciego es una historia que narra la experiencia de un cóndor viejo, sabio y líder de un grupo de cuatro cóndores, los otros tres más jóvenes e inexperimentados. La narración es básicamente un recuento de los últimos días de vida del cóndor ciego, que al final de la obra da su último vuelo y muere. Son varias las relaciones de poder que expresa El Cóndor Ciego, empezando por el contexto social del Ecuador: “Huelo a carne quemada”[1], es la primera frase del cuento, esta carne quemada viene de la Hacienda Ingachaca, lugar donde los indios estaban marcando las vacas. Podemos ver que el contexto de la narración es la Sierra ecuatoriana, lugar donde la vida latifundista era todavía una práctica común, símbolo más grande de la propiedad privada.
Al leer solo algunas líneas del texto, nos damos cuenta que el cóndor ciego es el líder, y su liderazgo está marcado por su sabiduría y su edad. Vemos entonces que el poder en la manada de cóndores es otorgado tácitamente gracias a estas características, la estructura está sentada de por sí y no existe cuestionamiento alguno a este poder dado. Este poder es expresado en la distribución de recursos en la manada, en este caso, en la repartición de alimentos: ““¿Qué quieres almorzar: bofes, hígado, abomaso…?”[2], Le pregunta Sarcoramphus al viejo, “El corazón del hombre y sus testículos…” le responde. Es evidente que la distribución es desigual porque el líder decide que así sea en esa ocasión. La palabra de él es escuchada sin cuestionamientos.
Luego de decidir qué comer, el cóndor ciego pasa la tarde con Amarga, devoran el desayuno juntos, mientras los jóvenes no están ahí, y cuando ellos regresan, el ciego está dormido. La relación del cóndor ciego con Amarga es una superestructura per se, pues el otorgamiento del poder se da a través de su relación con la hembra. Por ser el líder, es el único que durante el transcurso del cuente tiene el derecho de estar con ella. Así, la estructura, que es el poder, la forma de administrar los recursos, se expresa en la superestructura, es decir, la tradición, el modo de vida.
Al final vemos que lo más valioso que el cóndor ciego hizo por sus compañeros fue transmitirles sabiduría: “El nos mostró la ciudad del nombre, entre gusanos. Él nos mostró la unión sudorosa del cielo con el mar. Él nos mostró los árboles duros, encerrados en la miel del océano”[3]. Esta enseñanza también forma parte de la estructura en la obra. Vemos así que la dominación es aceptada por los demás cóndores por naturaleza, como en todos los modos de producción existentes, el esclavo, el siervo, el proletario, aceptan su condición por siglos sin cuestionarla. Con la muerte del cóndor, el status quo seguramente seguirá, y el cóndor más viejo y sabio asumirá el rol que antes poseía el cóndor ciego. A pesar de que este cuento expresa una distribución de poder marcada, no se retrata al líder como un explotador, que aprovecha la debilidad de los otros, es más bien un líder solidario, erudito y agradecido.
Referencias:
Dávila Andrade, C. (1984). Obras Completas RELATO. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede en Cuenca, Banco Central del Ecuador.


[1] (Dávila Andrade, 1984). Página 147.
[2] Ibíd. Página 148.
[3] Ibíd. Página 149.

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