Resumen:
En
primer lugar Eagleton cuestiona la importancia de la teoría literaria,
considerando que hay muchos otras cuestiones importantes en el mundo como las
bombas nucleares. Eagleton establece una estrecha relación entre la política
internacional y la literatura, y habla sobre el rol de la ideología y las
relaciones de poder en la literatura. La literatura, según Eagleton, se refiere
a “conceptos muy hondos sobre la naturaleza tanto de los individuos humanos
como de las sociedades, los problemas de la sexualidad y del poder, las
interpretaciones del pasado, los puntos de vista sobre el presente y las
esperanzas para el porvenir”[1].
En este sentido, las teorías literarias no necesariamente se han dedicado a
cuestionar el sistema de poder, sino a reforzar –a veces inconscientemente– las
estructuras de poder, esto significa que a pesar de que rehúye de ideologías, a
través de su lenguaje manifiesta sexismo, elitismo o individualismo. Eagleton afirma
que los métodos de las diferentes corrientes de teoría literaria no tienen nada
en común, pues van desde la indagación en la salud del autor hasta el análisis de
las estructuras sintácticas en un texto, por lo tanto, cada método se asemeja
más a otro campo de estudio (ya sea la historia, sociología, psicología) que a
la literatura en sí. Dado que el método es tan variable, Eagleton afirma que lo
que tienen en común las teorías literarias es su objeto de estudio, es decir,
la literatura, sin embargo, la literatura también carece de estabilidad.
Eagleton
encuentra enriquecedor el hecho de que no haya un método único de análisis literario,
sin embargo, recalca que los distintos métodos son incompatibles entre sí.
Inclusive, algunas teorías abogan por la inexistencia de métodos per se, y
operan en base a la sensibilidad del lector. Eagleton también afirma que “el
problema con la teoría literaria es que ni puede derrotar a las ideologías
dominantes del capitalismo industrial de los últimos tiempos ni puede unirse a
ellas”[2],
en este sentido, se refiere al humanismo como una ideología contradictoria y a
la vez cómplice del sistema capitalista. Las humanidades, y la literatura per
se, es parte del aparato ideológico del Estado capitalista moderno, y lo que se
enseña es una forma de discurso, un lenguaje adecuado, más que una ideología
específica. Los teóricos literarios se encargan de propagar un discurso a
través del denominado “canon literario”, un grupo de obras seleccionadas de
manera arbitraria. Así, Eagleton propone que el discurso crítico es una forma
de ejercer poder, y este poder se encarga de clasificar lo literario y no
literario, escoger quiénes ingresan al discurso, en fin, vigilar lo que se
escribe.
Eagleton
se expresa en contra de los límites y la rigurosidad del canon establecidos en
la teoría literaria. Según Eagleton, la literatura es una invención reciente y
las herramientas de análisis de la literatura se pueden utilizar para cualquier
otro texto o situación. De esta forma, Eagleton propone que así como la
literatura, la teoría literaria es también una ilusión, que “no pasa de ser una
rama de las ideologías sociales, carente en absoluto de unidad o identidad que
la puedan diferenciar adecuadamente de la filosofía, de la lingüística, de la
psicología, del pensamiento cultural o sociológico”[3].
Eagleton dista mucho de proponer una teoría marxista, su objetivo es mostrar
que la literatura no es más que un nombre que la gente le da a un grupo de
escritos con ciertas características.
Eagleton
plantea no solo interesarse en textos literarios sino en los efectos que
produce cualquier tipo de discurso y cómo logra estos efectos, en una suerte de
estudio de la retórica del texto. La retórica, en este sentido, no solo se
ocupa de la experiencia humana al leer, como en el humanismo liberal, ni solo
de los recursos lingüísticos del texto como el formalismo, sino que se encarga
de estudiar la composición de un texto con el fin de crear otro texto
persuasivo. Eagleton autodefine su posición como radical, tradicionalista y
reaccionaria a las nuevas modas de la teoría literaria, y propone utilizar
conceptos de la teoría literaria examinada en su libro para “destinarlos a una
práctica discursiva totalmente distinta”[4].
Eagleton
critica el humanismo liberal y afirma que es importante encontrar un concepto “interesado
en las situaciones políticas del pueblo en general, en vez de un concepto
estrechamente abstracto, interesado solamente en las relaciones interpersonales
inmediatas que pueden abstraerse de este todo concreto”[5]. El
humanismo pretende interesarse solamente en cuestiones morales personales y
deja a un lado asuntos morales más trascendentes, de la sociedad entera en sí. Eagleton
afirma que es importante reconocer que la literatura sí tiene utilidad y que
todas las teorías entretejen creencias, acciones, valores políticos. Eagleton
plantea que la retórica no se ocupe del método ni del objeto de estudio sino
del objetivo del análisis, esto significa que el punto de partida es qué se
desea hacer, y a partir de esto se escogen los métodos. Sin embargo, es
importante no alejarse del placer y el gusto que proporcionan los diferentes
tipos de discurso.
Eagleton
finalmente plantea que existe una crisis en el campo de los estudios
literarios, pues no han podido establecer un objeto de estudio. Para Eagleton,
es necesario reconocer que “los seres humanos no viven tan sólo a base de
cultura, la gran mayoría se han visto totalmente privados a través de la
historia de la oportunidad de vivir de la cultura, y si unos cuantos han
logrado hacerlo hay que atribuirlo a la esforzada labor de quienes no lo
lograron”[6].
Eagleton, por último, propone cuatro áreas donde la política y la cultura se
han unido en una sociedad donde no hay tiempo para la cultura: la cultura en
las naciones que luchan por su independencia, el movimiento feminista, la reacción
crítica contra la industria cultural (medios de comunicación masivos), y el
movimiento literario de la clase trabajadora.
Comentario
personal:
El
último capítulo de Eagleton dista mucho de proponer una teoría literaria
específica, y se enfoca en presentar juicios críticos a las teorías presentadas
en el libro. Resulta interesante que Eagleton, como discípulo de la crítica
marxista, no plantee los postulados de esta corriente en un capítulo como todos
los demás, sino que dedique sus últimas páginas a argumentar que toda crítica
es política, a pesar de que no necesariamente esté consciente de ello.
Concuerdo con Eagleton cuando afirma que es necesario extender las fronteras de
la literatura y no limitarnos a los cánones, sin embargo, siempre habrá una
institución, un grupo de poder que establezca los nuevos cánones con base en
sus propios intereses.
Es
bastante evidente que Eagleton simpatiza con la crítica socialista y feminista,
pues para él, estas dos corrientes no tratan de encubrir los fines políticos
que tienen. Así, son capaces de reconocer los vínculos sociales y de poder (ya
sea en términos de sexualidad o clases sociales) que cada teoría profesa. Comparto
también este postulado, pues estas dos corrientes de crítica literaria reconocen
que es importante, no solo para la literatura, sino para la historia, estudiar
las diferentes relaciones de poder en la sociedad, sin embargo, no me queda
claro cuáles son las herramientas que estas teorías utilizan en la crítica
literaria en sí, en caso de que las haya.
Eagleton
no expone crítica socialista y feminista porque desea evitar que el lector
categorice estos dos tipos de críticas como las demás expuestas en el texto,
sin embargo, sería interesante después de haber leído todo un texto de reseña
sobre otras teorías, estudiar los planteamientos del mismo autor sobre las
teorías con las que él más simpatiza. A
título personal, me pareció muy interesante el planteamiento de estudiar la
retórica de todos los textos porque el enfoque no solo está en el texto, ni en
el receptor sino en ambos, es decir, en los recursos del texto y en los efectos
que produce. Esta propuesta es en cierta forma una fusión de las teorías
formalistas y hermenéuticas, y se muestra mucho más amplia porque no está
sujeta a la literatura.
Referencias:
Eagleton, T.
(1998). Una introducción a la teoría literaria. Buenos Aires: Fondo de
Cultura Economica.
Estoy estudiando para rendir Teoría Literaria y Literatura Hispanoamericana y estaba teniendo algunas dificultades con este texto. Tu resumen simplificó las cosas, con respecto a tu comentario personal estoy de acuerdo en que el autor bien podría haber expuesto sobre las teorías con las que él simplifica. Hubiera sido interesante.
ResponderEliminarGracias por tu aporte!