A través de la obra “La
poética” de Aristóteles se evidencia que en la Antigua Grecia la poesía
englobaba toda la literatura, es decir, la escritura en verso era el status quo
de la escritura y la interpretación teatral. Para que un autor sea calificado
como poeta, era menester que escriba en verso, y que cumpla ciertos parámetros
establecidos en cuanto a la forma de escribir y los temas a tratar. En el
Capítulo I, Aristóteles explora la importancia de la mímesis en el arte, es
decir, la imitación como una característica inherente del ser humano y del
artista en particular. La poesía, entonces, se ocupa de imitar las acciones y
obrajes de los seres humanos, ya sea cuando actúan en nombre de la virtud o del
vicio. La dicotomía aristotélica entre la virtud y el vicio también se refleja
en la literatura, y se relaciona a la tragedia directamente como la imitación
de acciones virtuosas, mientras que la comedia se vincula a la reproducción de
acciones banales. Para Aristóteles es primordial establecer “con qué medios,
qué cosas y cómo” se produce la imitación, y son estas tres condiciones las que
definen a un texto literario.
En el capítulo II,
Aristóteles determina que la poesía se ha formado como arte por dos causas: la
imitación como una característica que diferencia a los seres humanos de los
animales, y el deleite que la poética causa en las multitudes, según
Aristóteles, “todos se complacen con las imitaciones”, es decir, la producción
literaria genera un goce estético en los lectores y espectadores. Aristóteles
utiliza el Margites, la Ilíada y la Odisea de Homero para ejemplificar las
diferencias entre la burla, que se ocupa de lo vulgar y es “el retrato de los
peores”, y la tragedia, que retrata las
acciones nobles y las aventuras. Un
elemento crucial en la literatura de la época era también era su representación
teatral, por ello, Aristóteles ahonda en detalles como los actores y el coro. Al
final del capítulo, Aristóteles delibera sobre la diferencia entre la épica y
la tragedia, y concluye que la épica “es ilimitada en cuanto al tiempo”,
mientras que la tragedia pretende relatar un acontecimiento que “no exceda
mucho”.
El
Capítulo III de La Poética se enfoca solamente en la tragedia, definida por
Aristóteles como “representación de una acción memorable y perfecta”. Existen
varios componentes principales que la tragedia debe tener, como el número, la
consonancia, la melodía, la fábula, la melodía, el dictamen y el estilo. Para
Aristóteles, la fábula es lo primordial en la tragedia, por tanto, hace una
diferenciación entre principio, medio y fin en la obra trágica y estipula que
la tragedia debe contener estos tres elementos ordenados adecuadamente. La
proporción es otra de las exigencias que Aristóteles presenta como un requisito
para que la tragedia sea deleitosa, es necesario “dar a las fábulas tal
extensión que pueda la memoria retenerla fácilmente”. La tragedia también está
estrechamente relacionada con acontecimientos históricos, pues muchas veces
parte de la historia y la utiliza como materia prima, sin embargo, cabe
resaltar que la tragedia no se debe ocupar de contar los hechos como
ocurrieron, sino que el artista es libre de modificar la realidad y contar un
acontecimiento de otra forma. Las tragedias también pueden partir de
acontecimientos falsos siempre y cuando sean efectivas al imitar acciones de
seres humanos. Adicionalmente, Aristóteles plantea que la tragedia
necesariamente implica el cambio en la fortuna de un personaje, que no debe ser
demasiado virtuoso o malvado, sino que su condición humana debe situarse entre
estos dos extremos, y el infortunio debe haber sido ocasionado por “yerro
disculpable, habiendo antes vivido en gran gloria y prosperidad”, Aristóteles
también sugiere que la tragedia ocurra necesariamente entre dos personas
relacionadas. Los personajes deben tener costumbres buenas, que cuadren bien
con los personajes, y similares a las costumbres de la gente, y la obra debe
tener un enlace que termina el momento que la mala fortuna comienza, y un
desenlace que contiene el fin de la acción. Finalmente, Aristóteles reflexiona
sobre el “modo de decir” dentro de la actuación, y más adelante hace algunas
distinciones lingüísticas entre sílaba, verbo, conjunción, artículo y palabra.
En conclusión, Aristóteles afirma que el estilo debe ser claro, mas no bajo ni
ordinario, para lograrlo, es necesario emplear metáforas, diferentes dialectos,
abreviaciones y prolongaciones. Es necesario evitar caer en lo que Aristóteles
denomina “bararismo”, por ello, el discurso debe ser discreto y moderado, pero
nunca vulgar.
El
capítulo IV se aleja de la tragedia y se enfoca en la epopeya. Es imperativo
que la epopeya trate temas heroicos en una longitud más extensa y con más
elementos maravillosos, pues no será llevada al teatro sino solamente leída. De
nuevo, Aristóteles alaba la obra de Homero como un excelente ejemplo de la
epopeya ideal. El Capítulo V concluye que la mímesis poética puede imitar una
realidad existente o “fingir cosas imposibles” y hace referencia de nuevo a la
importancia de la metáfora en el lenguaje. Aristóteles plantea un ejemplo de
metáfora para describir la estrella del Norte, “la cual sola no baña el océano,
porque aunque otras tampoco se ponen, ésta es la más conocida”. El último capítulo, en cambio, hace una
comparación entre la tragedia y la epopeya en base a los juicios de valor
emitidos en todo el texto, Aristóteles concluye que ambos géneros producen
deleite y logran imitar, sin embargo, tienen algunas diferencias formales
evidentes.
Comentario personal:
“[…]
la poesía es obra del ingenio o del entusiasmo, porque los ingeniosos a todo se
acomodan, y los de gran numen en todo son extremados”.- Aristóteles.
“La
Poética” no se enfoca en interpretar ninguna obra ni encontrar el significado
detrás de las palabras. Las abstracciones y metáforas no son un tema que
concierne a Aristóteles, sino la descripción de la poesía. De este modo, toda
la obra está llena de juicios de valor sobre qué es, para Aristóteles una obra literaria
meritoria. Sin embargo, sí existen muchos elementos formales que ahora son considerados esenciales para el
análisis de textos literarios en prosa o verso, y fueron expuestos por
Aristóteles, por ejemplo la fábula u “ordenación de los sucesos”, la extensión, la métrica, las palabras, etc.
Aristóteles establece un sinnúmero de exigencias que la poesía debe seguir para
poder entrar en los parámetros establecidos, no solamente sobre la forma de
escribir sino también sobre los temas, sin embargo, cabe preguntarse de dónde
provienen estas exigencias. Es evidente que dichos parámetros no son
imposiciones de Aristóteles sobre cómo se debería escribir, sino mas bien son
un reflejo de las obras canónicas de la época, como la Ilíada, la Odisea, Edipo
Rey, Antígona o Electra. Toda esta poesía presentaba una posibilidad de deleite
a través de lectura de los textos y la apreciación de las obras teatrales, pero
también reflejaba las relaciones de poder de la época, las circunstancias
sociales y factores culturales. El artista debe poseer habilidad para poder
escribir virtuosamente, pues “aunque alguno acomode discursos morales,
cláusulas y sentencias bien torneadas, no por eso habrá satisfecho a lo que
exige de suyo la tragedia”. También es rescatable que Aristóteles mencionó la importancia
de la mímesis para el ser humano, sin embargo, no como una mera imitación de
hechos históricos o realidades cotidianas, sino con un componente esencial: la
creatividad y la imaginación del poeta.
Trabajos
citados:
Aristóteles.
Trad: José Goya y Muniain. (1964). El arte Poética. (J. G. Muniain, Trans.)
Madrid, España.
Parece que en este texto sí tienes una pregunta en mente, aunque no me atrevo a aseverarlo. La (in)utilidad de la imitación parece guiar tu lectura, y arroja un saldo. Es este el ejercicio que quisiera que implementaras en tus demás textos.
ResponderEliminarParece que en este texto sí tienes una pregunta en mente, aunque no me atrevo a aseverarlo. La (in)utilidad de la imitación parece guiar tu lectura, y arroja un saldo. Es este el ejercicio que quisiera que implementaras en tus demás textos.
ResponderEliminar